miércoles, 4 de abril de 2012

Silenciarte 
con mis propios dedos,
llegarte al hondo mundo
que aguardas en tu cueva
y retirar las telarañas
que tú ya limpias.


Recorrerte 
y vislumbrar a ciegas
la curva que te gira
y hace espejo,


y así mismo liberarnos


nido de serpientes,




jadeante y silenciosa
a ojos vueltos
postrada en el tronco
de tu cuerpo.







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