sábado, 9 de junio de 2012

Pensamientos. VOL.2


Presiento que en breve voy a caer. Estoy descendiendo de nuevo por las escaleras de la angustia hacia no sé sabe dónde. Suerte de las siete horas de rigor ocupadas por la obligación y las otras ocho o nueve que me obligo a cerrar los ojos.
Siempre le echamos la culpa al vaivén de hormonas que supone que nos visite la chica de rojo, no sé si realmente es eso o que ya toca… De repente veo un simple programa de televisión y lloro. Me emparanoio con lo idílico que presentan el plan y con la posibilidad de que yo nunca pueda llevarlo a cabo. Hace años se despertó en mí el instinto maternal sobremanera pero de unos años a esta parte me autoconvencí de que lo mejor era ni pensarlo ni siquiera intentarlo (vaya herencia genética le iba a prestar al pobre que viniera). Pero ahora veo que el tiempo pasa y que necesito lo que tantos tienen.
¿Es malo? Más por lo que conlleva que por el simple hecho en sí. Más por lo de compartir, por lo de darle sentido de una puta vez a algo en esta puta vida, más por lo de no estar sólo en este circo romano y más por luchar con alguien por algo. El problema es si no hay alguien alguno.
Desde hace un tiempo sólo quiero tener cerca alguien en quien apoyarme en su hombro para llorar, alguien que simplemente escuche sin juzgar, alguien a quien coger de la mano, alguien con quien compartir el silencio, alguien con quien superar el asco, alguien a quien poder aportarle algo, alguien con quien reír y alguien con quien perseguir la tranquilidad que tal histérico corazón ansía.
Se hace difícil y con la edad más. Un día crees que lo estás consiguiendo y otro te das cuenta de que todo era simplemente un cuento, un espejismo, una mentira.
Y vuelves a maldecir que él no esté como hace año , sin entenderlo pero desinteresadamente, cuando tienes ganas de llorar porque la ansiedad te sale por las bóvedas oculares y por los oídos. Vuelves a pensar en ella como única posibilidad, aunque no sea la solución. Vuelves a cobijarte bajo los que tienes cerca sin el valor suficiente para darles las gracias por todo y cómo sintiéndote una mierda.
Vuelves a mandar sms sin sentido.
 Buscas ayuda desesperadamente.
Sólo quieres no estar sola.
Te  has dado cuenta de que eres incompatible con tantas cosas y que tus miedos te impiden otras tantas… pero esto no es nada nuevo.
Hoy  sólo tengo ganas de llorar y el psiquiatra me recomendó que cuando me vinieran estas ganas imperiosas de hacerlo lo hiciera sin preocuparme de que me pregunten que me pasa. Es sólo una necesidad física.

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