martes, 8 de noviembre de 2011

Ya no te busco, de Rodolfo Serrano

ojeando poemas, preparándonos para el jueves...


Ya no te busco

Recuerdo muchas veces tu sonrisa cansada,

y tu piel que temblaba y tu ceño fruncido.
La dulzura que entonces tenías cuando amabas,
cuando la vida era tu voz en el teléfono.

Te imagino y te veo como eras entonces:
una niña que andaba recortando la luna,
esa tierna pereza de todos los hoteles
y esas manos, tus manos, arañando mi espalda.

Te amaba como sólo se ama lo que nunca
será nuestro. Y te amo con el mismo desastre,
la misma desazón de un futuro imposible.
Jamás hicimos planes más allá de ese instante.

Cuando cierro los ojos en la noche de otra
me recorre la lengua ese sabor marino
que habitaba en tu sexo y moría en mi boca
con la sal del deseo de tu sudor sagrado.

Recuerdo el cigarrillo que fumabas con ansia,
y el miedo de los viernes, los medios días del lunes
y el camino a tu casa. Tus lágrimas al irnos.
Y esa mano de aire que rozaba mi cara.

Te quiero todavía. Y te querré ya siempre
con la misma certeza con la que en este ahora
sé que sólo serás un recuerdo, el latido
del corazón deshecho que dejó de buscarte.






Nada es lo que era.


Si un día vinieras a buscarme,

a rebuscar por viejos calendarios
aquel cuerpo que un día tú quisiste.
Y pudiera yo andar, en una de esas noches,
por todos los caminos de tus venas,
y volver a perder cabeza y manos
en ese laberinto de tu pecho.

Si quisieras rehacer, como si fuera
otra vez el tiempo de los besos,
aquella sensación que nos mataba,
las tardes de café y de cigarrillos,
o simplemente, tan sólo simplemente,
el roce de unos dedos en la espalda.
Y yo pudiera ser el mismo hombre
que amaba aquella piel, el que vivía
pendiente de tus pasos y el teléfono.

Si buscaras en mí lo que no era,
el libro de poemas, viejos cines,
la eternidad de un nombre en una boca.
Y pudiera yo, en fin, dártelo todo,
regalarte este miedo de los lunes,
el cansancio del viernes,
y la luz del domingo. Este cuerpo deshecho
que apenas ya si puede sostenerte.

Mas no sé si podemos. Si la vida
puede escribirse otra vez. Ya no vivirla.
Sólo inventar de nuevo viejos días.
Sospecho que tú y yo sólo podemos
tener en el recuerdo
el refugio donde esconder nuestro fracaso.


Rodolfo Serrano

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