Hay ratos en que busco el exilio
y si llamas
cuelgo antes de contestar.
Ya sé cuales son tus preguntas,
tus respuestas,
tus excusas,
tus medias palabras.
Si olvido el sonido de tu voz
el murmullo de la vida
puede parecer que fluya
fuera del estanque...
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Exilio
Esta manía de saberme ángel,
sin edad,
sin muerte en qué vivirme,
sin piedad por mi nombre
ni por mis huesos que lloran vagando.
¿Y quién no tiene un amor?
¿Y quién no goza entre amapolas?
¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas,
aunque fuere con sonrisas?
Siniestro delirio amar a una sombra.
La sombra no muere.
Y mi amor
sólo abraza a lo que fluye
como lava del infierno:
una logia callada,
fantasmas en dulce erección,
sacerdotes de espuma,
y sobre todo ángeles,
ángeles bellos como cuchillos
que se elevan en la noche
y devastan la esperanza.
A. Pizarnik
Hola, hemos visto tu comentario en la revista y tras leer este poema nos gustaría saber si quieres participar con él en el número cero de Seconal (que como sabes debe su nombre al barbitúrico con el que se suicidó Pizarnik).
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,
Manuel y Yuste.
:(
ResponderEliminarSeconal, encantada!
ResponderEliminarOye, una pregunta, a la hora de maquetar tu poema ¿Qué nombre te ponemos como autora? También irá en pequeño la dirección de tu blog.
ResponderEliminarUn saludo.
Manuel