domingo, 25 de septiembre de 2011

Peras al olmo.

De detalles y pequeños gestos 
está mi mundo lleno,
aunque nadie los distinga,
nadie los entienda 
ni nadie los vaporee. 


De necesidades justas y necesarias 
para con mi tranquilidad de agua agitada,
en continuo movimiento, 
sólo entiendo yo. 


¿De qué sirve esperar algo 
que sabes que no llega? 
¿Por qué esperar una luz que 
en lugar de alumbrar 
deja a oscuras con su rayo y trueno 
la totalidad de mi vista?


Muy a menudo la luz interna 
que nos guía se funde 
y vagar perdido,
sin rumbo,
sin horizonte 
es más normal de lo que pensamos. 


He pensado en el pasado, 
en hace dos años, 
cuando su luz se apagó. 
En hace un año
cuando tú me dejaste 
completamente a oscuras.
En hace un mes.
En hace una semana.
En hace un minuto exactamente.


Todo sigue igual.


El hecho de esperar - ya lo dicen-
es ineludiblemente absurdo,
¿peras al olmo?

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