Incluso a sabiendas
de que la única solución
es una posibilidad dolorosa
aceptamos matar el dolor
con la daga del que cree
haber hecho todo lo posible.
Sin embargo
se me antoja inevitable
no llorarte,
no sentir como crece un nudo
de preguntas y respuestas
justo en la boca del estómago
privándome de la palabra
y de la lágrima.
Allá donde reposes
que el castigo de la descarga eléctrica
malechora
no perturbe tu descanso
ni nuestro recuerdo.
R.I.P. Lola
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