El orden no existe.
Quisiera ordenar
Por tono, largura y espesor
Cada uno de los pelos
Que enmarañan mi cuerpo,
Cada uno de los lunares
Que como heridas de batalla
Pueblan el mapa del tuyo.
Quisiera adentrarme en el caos.
A veces el orden
No es más que una orden
De este mi órgano pensativo
Lleno de nada,
Vacío de todo.
La perfección tampoco existe.
Quisiera ordenar la disposición
De las baldosas de las aceras
Que me llevan a ninguna parte,
La dirección del viento
Para decidir hacia donde
Deberían viajar las nubes,
La velocidad a la que se lanzan
Los cuchillos del mago mentalista
Para no alcanzar ni a rozar
A la pobre chica maniatada.
Quisiera ordenar
Al mecanismo lacrimógeno
Que deje de generar lágrimas,
Al somnífero bostezos
Y al negativo dudas y angustias.
Quiero ordenarle a mi estómago
Llegar a tal punto de ebullición
Que se me repitan las carcajadas
A modo de explosión.
Ningún orden es perfecto,
Mucho menos aquel
Que planifica en ciclos
El descenso de mis óvulos
O el descanso de mis párpados.
También escapa del control
La obsesión
Y entonces crecen las malas hierbas.