Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 2.5 España.
domingo, 28 de octubre de 2012
Lo de ser compañera.
Es raro lo de sentir ganas de que te abracen,
y más aún, de que te abrace alguien concreto.
Raro lo de que parezca toda una vida,
lo de no tener miedo,
lo de confiar,
lo de compartir,
lo de mirar al infinito,
lo de las risas,
lo del silencio,
lo de dormir
y sopesar las dudas como algo natural.
Es raro lo de no tener que dar explicaciones
y a la vez, desear que te pregunten con segundas
¡para gritar!
Es raro de lo echar de menos
y sobre todo lo de conformarse con ser compañera,
ir junto a alguien,
compartir afectos y estados de ánimo.
Existir y coincidir en ti
mientras tú existes y coincides en mi.
9/5
Llevo unos días en que un cañón
parece ha agujereado la boca de mi estómago
y al conducir el vaivén de mis oídos
me sumerge en un mareo nauseabundo,
donde la carretera es toda curva
y ola de alquitrán que me pinta los labios.
Ando perdida, sin fuerzas,
arrastrándome semana abajo
y vida arriba
tratando de escalar los nueves máximos
y los cinco mínimos,
tratando de escoger el polivitamínico ideal
y el plan perfecto para nuestro retiro.
Llevo un tiempo, también,
olvidando bajo la almohada
las agujas de un despertador asesino
para que no insulte mi despertar de otoño.
Hoy por cojones acelera el anochecer
como única manera de recordarme
que debo beber mucha agua,
café, cocacola, y tomar sal.
Quizás la palidez que muestra mi rostro
es la de hace tiempo,
la de saberme un fantasma
que se convertirá en polvo
y aún arrastra cadena y bola
-como en los cómics-;
la consecuencia inequívoca
de un síndrome de abstinencia ya conocido.
parece ha agujereado la boca de mi estómago
y al conducir el vaivén de mis oídos
me sumerge en un mareo nauseabundo,
donde la carretera es toda curva
y ola de alquitrán que me pinta los labios.
Ando perdida, sin fuerzas,
arrastrándome semana abajo
y vida arriba
tratando de escalar los nueves máximos
y los cinco mínimos,
tratando de escoger el polivitamínico ideal
y el plan perfecto para nuestro retiro.
Llevo un tiempo, también,
olvidando bajo la almohada
las agujas de un despertador asesino
para que no insulte mi despertar de otoño.
Hoy por cojones acelera el anochecer
como única manera de recordarme
que debo beber mucha agua,
café, cocacola, y tomar sal.
Quizás la palidez que muestra mi rostro
es la de hace tiempo,
la de saberme un fantasma
que se convertirá en polvo
y aún arrastra cadena y bola
-como en los cómics-;
la consecuencia inequívoca
de un síndrome de abstinencia ya conocido.
jueves, 18 de octubre de 2012
Aquí te pillo.
Llevar días esperándolo,
la arcada,
el vómito,
el grito fecundo,
el desabrocharme el pecho
a la par que la camisa
y mostrarme tal cual soy
y pienso.
Llevar días esperándolo,
posponiéndolo,
jugando al gato y al ratón
subida a un columpio asesino
que no deja de mecerme
en un sueño
del que temo despertar.
Pero ahora sí
aquí te pillo aquí te mano.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)